lunes, 12 de enero de 2009

Bersuit con amor a la Naturaleza


"Ciudades gigantes, enormes cloacas
viajan torrentes hacia el mar
de un amor que huele mal
como anunciándole al cielo
nuestro destino
se ven las marcas de la muerte
por las ventanas del avión
el progreso fue un fracaso
fue un suicidio
la ansiada prosperidad
fue el mas pesado vagón,
para qué un juicio final
si ya estamos desechos
una explosión natural
hará una gran selección.

Yo te agradezco
porque aquí estoy
vos sos mi única madre
con alma y vida
hoy venero tu jardín,
te agradezco
aunque me voy
avergonzado por ser parte de la especie
que hoy te viola en un patetico festin y aún…

no te libraste de nosotros
nuestra decidia
fue por tenerte regalada
el creer que no vales nada,
estas pariendo hijos ciegos
estas cansada
aunque tus lagrimas saladas
nos pueden ahogar si quieres,
los pocos que te aman
no tienen fuerza
como reliquias se pasean
solo paquetes de turismo son,
no hay más amigos del sol
no hay más ofrendas
sólo este ataque mortal
al medio del corazón.

Yo te agradesco
porque aquí estoy
vos sos mi única madre
con alma y vida
yo defiendo tu jardín,
te agradezco
aunque me voy
avergonzado por ser parte de la especie
que hoy te viola en un patético festín,
te agradesco
porque aquí estoy
vos sos mi única madre
con alma y vida
yo defiendo tu jardín,
te agradezco aunque me voy
avergonzado por ser parte de la especie
que hoy te viola en un patético festín".


"Madre hay una sola" se titula esta canción de Bersuit. Creo que quién se siente parte de la naturaleza ha conquistado una cierta libertad de espíritu, que de hecho, es muy buena; la relación con los animales, las plantas y todas las maravillas diarias que nos regala. "Somos parte de la tierra y ella es parte de nosotros". Este fragmento lo escribía en 1855 el Jefe Seattle de la tribu Suwamish de los EE.UU cuando el Presidente Franklin Pierce quizo comprar sus tierras: "Los muertos del hombre blanco se olvidan de su tierra natal cuando se van a caminar por entre las estrellas. Nuestros muertos jamás olvidan esta hermosa tierra porque ella es la madre del hombre de piel roja. Somos parte de la tierra y ella es parte de nosotros. Las flores perfumadas son nuestras hermanas; el venado, el caballo, el águila majestuosa, son nuestros hermanos. Las crestas rocosas, las savias de las praderas, el calor corporal del potrillo y el hombre; todos pertenecen a la misma familia. (...) Sabemos que el hombre blanco no comprende nuestra manera de ser. Le da lo mismo un pedazo de tierra que el otro porque él es un extraño que llega en la noche a sacar de la tierra lo que necesita. La tierra no es su hermana sino su enemigo. (...) Trata a su madre, la tierra, y a su hermano, el cielo, como si fuesen cosas que se pueden comprar, saquear y vender (...). Su insaciable apetito devora la tierra y dejará tras sí sólo un desierto. (...) ¿Dónde está el espeso bosque? Desapareció. ¿Dónde está el águila? Desapareció. Así termina la vida y comienza el sobrevivir".

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